miércoles, marzo 30, 2016

Listo el vicepresidente de Brasil para ocupar el puesto de Dilma Rousseff

Cuando Dilma Rousseff recibió en diciembre el primer golpe del impeachment, Michel Temer se destapó con una carta de despecho donde denunciaba ser un "vicepresidente decorativo": después de tres décadas en la sala de máquinas del poder brasileño, este glacial abogado ya no quiere las sombras, quiere gobernar Brasil.


Según reporta la agencia AFP, se hará con los mandos hasta 2018 si Rousseff no sobrevive al juicio político que se gesta en un Parlamento en rebeldía. Especialmente después de que él mismo haya gestionado el desembarque de su decisivo partido de un gobierno al que llegó como número dos y del que se convirtió en verdugo.
En la última exhibición de su calculada prudencia, Temer no participó de la reunión en la que el poderoso PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño, centro), el partido que dirige desde 2001, anunció entre vítores su abandono a Rousseff. Una vez más, este estratega de andar erguido y aire distante prefirió observar desde las bambalinas, pero consciente de que ahora los focos le buscan a él.
A los 75 años, Temer lleva meses coqueteando con un protagonismo que siempre le huyó. Pero tras sobrevivir casi 30 años en los envenenados pasillos de Brasilia, supo dosificar las señales de que su matrimonio de conveniencia con Rousseff ya no le convenía.

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