miércoles, mayo 11, 2016

La voz de Trump ha conectado con la franja tóxica de la insatisfacción popular en EU

Héctor Aguilar Camín en su columna Día con día, de Milenio, considera que la fuerza del discurso de Trump mezcla las notas de la caída y el abandono, el agravio y la ira, la necesidad de una revancha y de un triunfo, presentes todos en la sensibilidad de la sociedad estadunidense, herida aún por la crisis del 2008 y por la sombra del terrorismo.
La voz de Trump ha conectado con la franja tóxica de la insatisfacción popular de la sociedad estadunidense frente a sus gobiernos, sus políticos y sus ricos.





El meollo del asunto

Trump tocó viejas teclas del piano de esa cultura: el racismo, la xenofobia, el proteccionismo, el aislacionismo, el nativismo, la superioridad estadunidense, la antigua arrogancia imperial.
Y ofreció la novedad de una vieja tonada revivida. La tonada la grandeza americana, del edén perdido, despedazado por la ceguera de los políticos de Washington, por sus desastrosos pactos de libre comercio, sus blandenguerías migratorias, su condescendencia global, su incapacidad de poner a Estados Unidos primero en todos los frentes.
Ha sido un mensaje potente en un envase idóneo: el de las verdades simples, sonoras, bien repetidas, que saltan por encima de las complejidades de los hechos hacia las emociones elementales de una audiencia que quiere creer.

Aquí la columna

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