jueves, junio 16, 2016

Se ponen los pelos de punta ante la violación de una pasajera en un autobús

Francisco Garfias en su columna Arsenal, de Excélsior, relata que cada vez que piensa en el asunto de la violación de Rosa Margarita Ortiz, esposa del exdiputado del PRI, Adolfo Micalco, en un autobús ETN que se dirigía a San Luis Potosí, se le ponen los pelos de punta.
Tengo una hija que muy seguido viaja por esa línea, de ida y vuelta a la capital potosina. Allá vive su mamá. Allá tiene al novio. Pudo haber sido ella.
La violación, asalto y agresión a Rosa Margarita no fue en Tamaulipas, en Tierra Caliente, en Guerrero o en Michoacán.
Ocurrió cerquita de la primera caseta de la autopista México-Querétaro, es decir, en la zona conurbada de la Ciudad de México.


El meollo del asunto

No podemos permanecer pasmados frente a este tipo de acontecimientos. La impunidad es el motor del crimen.
¿Cuántos autobuses no han desaparecido con todo y pasajeros en las carreteras del norte? ¿Cuántos han reaparecido? ¿Cuántos criminales están tras las rejas por esos delitos?
Los horrores pasan y se olvidan, hasta que vuelven a suceder. Vivimos en el reino de la impunidad, la ley de la selva. Somos rehenes de la inseguridad.

Aquí la columna   
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