lunes, diciembre 19, 2016

Se queja de que nadie le deposita un bono de fin de año, ni secreto ni público

Gil Gamés en su columna Uno hasta el Fondo, de Milenio, confiesa que acusa cansancio, arrastra el sarape por el amplísimo estudio y nadie le deposita en su cuenta bancaria un bono de fin de año, ni secreto ni público. Nada de nada.
En cambio los diputados, ni se diga, se repartieron con el cucharón del pozole. Vénganos tu reino y hágase señor tu voluntad en la partida secreta. Gil lo leyó en su periódico El Universal.
El presidente de la Cámara de Diputados, Javier Bolaños Aguilar, cometió una declaración de luz meridiana: “Lo digo con mucha claridad, muchas de las percepciones que recibe el diputado no es directamente para que lo utilice de manera particular, sino que tiene que ver con el personal que está a su cargo”.


El meollo del asunto

Bien y mal visto, a los diputados apenas les alcanza para ayudar al ciudadano, a veces tienen que lavar y planchar ajeno para sacar el mes. Anjá. Los 150 mil pesos extras del llamado “bono secreto” los gastarán en gestorías y en su personal, es decir, un ejército de asesores. 
Gestoría 1: Pedro, compre unas cinco cajas de un tinto Rioja, de los buenos, no como el del año pasado, que sabía a orines de gato. 
Gestoría 2: Juana, una caja de whisky single malt, como ése que toma Gil Gamés. 
Gestoría 3: José, latería fina a granel y ni se diga del bacalao, el pavo y los confites. 
Listo: hemos gastado el bono secreto en asuntos ciudadanos de primera importancia.

Aquí la columna  
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