miércoles, febrero 22, 2017

López Zavala, en la tarea de ayudar a la mafia del poder poblano; ahora divide a Morena

Jesús Manuel Hernández, en su columna Por Soleares, de e-consulta, recuerda que en una conferencia de prensa a modo, Javier López Zavala, recurrió al viejo truco de “romper el silencio” cuando en verdad el silencio le hizo cómplice del pésimo proyecto del marinismo en las elecciones del 2010.
No se podía esperar menos de él. Todos sabían que su nombre en la papeleta electoral era despreciado por la mayoría de los ciudadanos; una fuerte campaña al interior del PRI buscó en su momento que Mario Marín dejara de meter las manos en las elecciones, pero no fue así, la soberbia del grupo cupular, la burbuja que pretendió ser el origen de una nueva generación de políticos poblanos, se topó con el ingenio, con la suma de esfuerzos y de otras complicidades para impedir que López Zavala, el chiapaneco, llegara a Casa Puebla a cubrir las anomalías del sexenio por culminar.


El meollo del asunto

Venir a estas alturas a denunciar que su candidatura fue negociada es tanto como aceptar el pecado de omisión, y eludir divulgar la realidad, fue un pésimo candidato, de un partido en caída que había dejado de tener preferencias por el escándalo de Lidya Cacho y el papel protagónico del gobernador.
Más bien lo que busca Zavala, así se dice a sí mismo, es completar su trabajo en pos de la división que ayude a la mafia del poder poblano a continuar en su ejercicio.
La tarea ahora es dividir a Morena, partido donde ciertamente convergen varias líneas ideológicas con un común denominador y donde la presencia de determinados personajes el pasado sábado lo deja excluido.

Aquí la columna

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