lunes, julio 03, 2017

Se revela el misterio que se esconde tras la sonrisa de Javidú, el Gordo goloso

Gil Gamés en su columna Uno Hasta el Fondo, de Milenio, confiesa que no da crédito y cobranza. Javier Duarte compareció ante los tribunales de Guatemala. Pelo corto y barba larga, sonrisa amplia. Todos se preguntan de qué se ríe Duarte.
Solo Gamés lo sabe y lo desvela aquí en esta página del directorio. Antes de comparecer le llevaron a su celda unos chilaquiles rojos de antología con sus frijoles refritos, unos panes tostados con mantequilla que remojó en un café con leche de Guatemala.
 Luego le entró a unos hot cakes con su miel y su mermelada. ¿Usted no sonreiría? He aquí la revelación que solo Milenio ha publicado gracias a Gilga.


El meollo del asunto

Ahora mal sin bien. Si a usted le dieran 30 gotas de Rivotril, Gamés le jura que sonreiría antes de saltar al más negro abismo: un gran desayuno y benozodiacepinas. Oigan esto: “Por considerar estas acusaciones infundadas, ligeras, vagas e imprecisas.
Y por dos acusaciones irrisorias he decidido allanarme para enfrentar lo más pronto posible la justicia ante las autoridades judiciales de mi país. Acepto la extradición”.
Javidú se despidió de mano de las autoridades como si se encontrara allá en la Parroquia del Puerto de Veracruz y luego entre una nube de reporteros les pidió que tuvieran cuidado, no fueran a caerse. El Gordo goloso se las trae.
Quizá pensaba en un mazapán escondido que llevaba en la bolsa de su pantalón. Gordó ladrón

Aquí la columna

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